20040822

Yo no recuerdo como llegué a ser así pero estoy seguro que a los 2 años jugaba con Dinamita Acme. Así me lo contaron mis tías cuando era mas pequeño y sacaba los cereales de manotadas. Hoy por hoy a los 17, ya no se con quien jugar. O en realidad, no se si asumir que todo el tiempo juegan conmigo. Por que todo es un problema: desde el noticiero matinal el mundo me acosa y amenaza con destrozar mis moléculas a cada momento. Tengo celular y voy al colegio. Hago comentarios por la tele. Siento que me pagan por rebelde. Me enamoro por mensajes de texto y mas de alguna vez me humillaron públicamente. Mi nombre es Nicolás y hay veces en que existo. Incluso vivo en una casa. Mis viejos aun no se divorcian y por eso soy una excepción. Soy lo que los curas llamarían “hijo de una familia bien constituida”. Estoy seguro que si piensan que eso es bueno, están tan equivocados como siempre. No soy popular. No soy lindo. Voy al siquiatra y tengo una capacidad ilimitada para el mal. Por eso estoy aquí. De noche, escribiendo con el dolor de cabeza de saber que mañana, cuando llegue a clases, le mirare el rostro a cada uno de mis compañeros, que esconden mas historias que Mellissa Perinello en una fiesta de un grupo de actores porno, pero que tienen menos onda que Enrique Lafourcade drogado en un Chill Out. Por eso no lo pueden contar. No saben escribir y estoy seguro que menos leer. Me encargaré de colocar orden en sus vidas a través de las palabras. Como diría Charly: “Pensar que todos Uds. Son invenciones mías.”
Soy el columnista inexperto. Y te dedico canciones. Y escribo en revistas, hablo en la radio y estudio matematicas solo para salvarme. Solo para sacar de mi subconciente tus correos electronicos. Por que te encuentro admirable. Por que me inquietas en silencio. Por que se todo lo que haces. Pero tu no te das cuenta. Y me gusta que asi sea, por que tres años mas nos veremos en ese Pio Nono en el día de mi cumpleaños. Sabremos quienes somos. Como eso que te propuse esa noche. Ahora la oferta es publica. Y no me importe que critiquen todo esto por que nadie lo entiende. Quedense con mis memorias. ¿Y que te puedo contar? Estoy batallando contra mi mismo, este hijo de puta interno (de esta puta y miserable tierra) que tengo cantando adentro y hoy dia me quiero morir, no se mas que hablar de mi y lo que me rodea. Soy un ególatra honesto: se que soy una mierda y lo tengo bien asumido. Hay algunos que escriben de literatura. Otros sobre bombardeos en la cabeza de Afganos que nunca han jugado Nintendo. Mi trabajo es inventar mundos; o mejor dicho, traerles mi mundo encima. Derramar mi miseria sobre Uds. Llevarles a casa el día nublado. Devolverles la adolescencia perdida. O colocarles en frente, que son unos pendejos eternos y que hay veces en que desean no pagar cuentas.
Nadie quiere tener 17 años. El futuro, el fracaso, el mundo, la generación que te lleva y te degenera de paso. Tal vez me maten en 24 horas más. Tengo un compañero de grado que es capaz de hacerlo. Lo veo en sus ojos cada vez que llego a clases y perdido observa la ventana. Los odia a todos. Realmente da miedo. Mientras escribo, acabo de saber que a mi hermano de 15 lo asaltaron y le quitaron su Discman. De seguro lo hizo un chico de su misma edad, tal vez con intereses parecidos, solo para conseguir cocaína y poder prenderse de nuevo. Así uno no sabe si transformarse en superhéroe colocándose el ridículo traje de Latex que mi tía tiene en el armario e imponer esa justicia de juego de video que sería útil en esos momentos o simplemente asumir la realidad de los titulares y saber bien que la sangre no es de dibujo. No vivo en el Mundo de Tarantino. Aunque las dimensiones tienen coincidencias: nadie puede confiar en una rubia. Vértigo y sangre. Gritan las noticias. Son las 6 de la tarde. Y te hecho mucho de menos. Y acabo de leer tu blog. Y algun día me voy a salvar. Se que estas mejor que yo. Asi son las grandes historias. Esas que despues se comentan en las biografías. No hay nada mas que contar. Mi vida esta en llamas. Voy a tener que apagarla. Mañana sere titular. Me gusta ser inquietante.


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