Este 28 de octubre nuestro país enfrenta un nuevo proceso electoral con singulares características: por primera vez en nuestra historia se integran cinco millones de nuevos votantes. Nadie les está explicando cómo hacerlo. Está más claro para la mayoría de ellos elegir al que se irá eliminado de un reality que ir a la urna a ejercer el poder de la democracia.
La mayoría ha crecido bajo discursos decepcionantes. Bajo una realidad que es cruel, dañina. Bajo de la deuda de querer superarse, estudiar y sentirse tan digno como los que pueden hacerlo sin problemas.
Es muy difícil convencer a esa generación de ir a hacer el acto cívico. Han crecido bajo la lógica del trending topic. De alguna manera la democracia va más lenta que el servicio al cliente.
Para ellos tal vez la mejor forma de poder incentivarlos a votar es llamándolos a tomar acción. Invitándolos a buscar una causa. Que lo del domingo no sea sólo un día al año, sino más bien podamos crear una comunidad más activa que busque cambios, justicia y la posibilidad de crecer como nación.
Para los que se postulan la invitación es a razonar, a ser decentes y dignos. A dar el paso adelante por mejorar el país y no sus bolsillos. Eso va a provocar un Chile más grande. Estamos en una época donde nadie quiere escuchar al otro, donde las balas se lanzan al cielo sin pensar que otro puede estar mirando en el edificio. En esta era de desconfianza, de desunión parece que no tenemos muchas cosas en común.
Sería excelente ver entre tanto patriota de fútbol a gente realmente dispuesta a llamar a levantarse la mañana del domingo 28 y a inspirar. A inspirar cambiar el país. Pero tengo una sensación, que es la de que a muchos no les conviene que salgamos a la calle a ejercer nuestra presión, a informarnos. A ser y saber más. A buscar nuestros representantes.
Por eso, votar hoy es rebelde y transgresor. Más que nunca. Porque lo han pintado unos como “un acto validatorio del poder” y en realidad, tanta salida a la calle acabó generando que nos tuviesen miedo a nosotros. A los millones que trabajan, que no aparecen en las portadas. Otros van a usar la no participación: van a decir que “en realidad los movimientos sociales no se expresan cuando deben sino cuando quieren” y aunque eso no sea malo, ir a pelear a la cancha, que es la evaluación ciudadana, que es doblar el papel y marcar tu alternativa (una para alcalde y otra para concejal) es realmente poner en aprietos a muchos tipos que durante años han vivido de promesas. De hacer crecer más sus bolsillos que ayudar a hacer cosas por la comunidad.
Por eso, los llamo amigos a que todos votemos. A que lo hagamos aprovechando la paz que este país garantiza para ello. A que de verdad usemos nuestros derechos. No dejemos botado (por lata) la posibilidad de ir y hacer un cambio, de simpatizar con algo o simplemente protestar a través de no marcar tu preferencia. Vaya y dígales en su cara que los quieren. Vaya y si quiere a alguien, hágalo. Pero no se quede ahí. No sea un zombi convencido por los llantos o chistes del televisor de quedarse pasivo y estúpido esperando la tanda que viene. Vaya y haga esta amenaza conmigo. Nosotros somos los que tenemos la capacidad de cambiar las cosas. Como dijo alguna vez Jorge González: “SU PODER ES NUESTRA IGNORANCIA”. No ignoremos nuestro país. Hagámoslo mejor aprovechando cada espacio, cada frase de nuestras bocas, cada minuto en que podamos aportar desde nuestro trabajo, desde nuestra vida. Necesitamos cambiar Chile urgente antes que nosotros cambiemos y la rabia no se nos vaya jamás. Por eso #todosavotar en estas municipales.
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