20040411

SUPER ESPECIAL: JUVENTUDES COLUMNISTAS

Les voy a contar algo de la historia...
Corria eso del año 2001 y la Zona de Contacto convocaba a nuevos columnistas para su taller. Tuve la suerte de quedar (Thanks God) y escribir dentro del suple. Aqui vienen las 5 Columnas con que parti. Incluye la Mitica de Galvarino Casas, que permitio que hoy este en el Alcantara y ya no mas en el salesianos. El mejor regalo que le dan a un escritor que empieza es la censura, asi que para divertirse, aqui va!

Espero que les guste y espero sus opiniones.

Salu2

NC

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Galvarino Casas, Profesor

Por Nicolas Copano

Mi profesor de castellano es un tipo llamado Galvarino Casas. Galvarino destaca por tener miedo de estar vivo. Se le nota en la mirada perdida y nostálgica, como la de un mendigo. Es alto, barbudo, somnoliento, sospechoso y extraño. Es, de algún modo, ajeno a esta realidad. Siempre pontificando en contra del sistema que castigó sus ilusiones, siempre ignorando cada párrafo de la reforma educacional. No saluda a nadie, se pierde en sus propias palabras, lee gritando y nos observa como si fuéramos animales. Su marxismo exagerado, su locura incontenible, su miedo a que terminemos escupiéndolo y humillándolo es todo un espectáculo. Escribiendo grandes guías de 4.324 hojas. Dando libros que rayan en la vanguardia como El Poema del Mío Cid con una interpretación del Siglo 19. Diciéndonos delicadamente que somos unos idiotas sin que nos demos cuenta. Un tipo extraño, pero no por eso menos querible. Si fuera joven, apuesto que se quemaría frente a La Moneda, con una bandera del Che proclamando una revolución personal, esa que descubrió cuando se dio cuenta que en realidad las cosas eran mejores en su infancia, una que imagino jugando en Osorno. Esa revolución de haber comenzado a luchar por propia vida, contra sus alumnos y apoderados y, contra, incluso, de sus propios colegas. Quizás Galvarino es un sobreviviente, un dinosaurio. La Matrix en que vivimos le ganó y se quedó obsoleto como un 286. Galvarino escapa de todo atisbo de tema de actualidad por el miedo a que el comunismo le llene sus entrañas y comience a dar un discurso que se lo querría Fidel y que no dice para no ser condenado. Tiene miedo de que nos riamos de él. Esa es la realidad en su batalla matinal.


Sabemos bien que Galvarino no es un mal profesor. Ha declarado que le gusta lo que hace y eso hoy es una excepción en el gremio. Tal vez sólo está cansado. Tal vez nosotros realmente somos unos tarados. Quizás sólo necesita volver a ser él mismo. Sólo necesita unas vacaciones, dejar de saber de nosotros y de nuestras fracesitas televisivas y de nuestros análisis influidos por CNN. Necesita eliminar a los alumnos de sus clases y comenzar a hacerse clases a sí mismo, enseñar lo que sería para él el inicio de un mundo perfecto.


Nicolás Copano tiene 15 años y va en segundo medio en el liceo Camilo Ortúzar Montt, de la Florida.

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JUGANDO A CRECER

Por Nicolás Copano

Ernesto, vecino de banco, me está insultando por Messenger, colocando en tela de juicio mis columnas y comentarios. Solo leo. Observo tranquilamente, pasan las palabras y sus frases repletas de errores ortográficos juzgan mis comportamientos. Luego, se despide de mí, me desea suerte, y me coloca una inútil carita contenta, como de la nada, como pidiéndome perdón, como arrepintiéndose de si mismo. Y se va. Tal como sale de la sala a mirar el pasillo vacio.


Luego, otro me empieza hablar sobre sus asuntos personales, repleto de "buena onda" me saluda, sabiendo bastante bien que lo detesto. Que desprecio sus frases sacadas de sitios web de fondo negro y sus errados conceptos de la realidad social. Me comenta de cosas inútiles, me habla de una chica a la que le llaman Milú. Él ama a Milú. Respondo que nadie se puede llamar así a menos que tenga cuatro patas y una cola. El tipo se ríe y me doy cuenta que ha perdido el sentido de la dignidad. Quizás porque jamás la conoció.


Mis compañeros de curso juegan a ser adultos, a tener problemas, a sentirse vivos. Se inventan vidas, grupos, conflictos de telenovela mexicana. Juegan a ser jóvenes, disfrutan con eso devorándose sus propias mentiras, juegan a ser antinazis, aunque no saben bien lo que es el nazismo, discriminan a los homosexuales pero están en contra de la homofobia y permanentemente buscan tener pareja, traicionándose constantemente para después llorar mutuamente en sus hombros, como jugadores de rugby. Mis compañeros odian a sus profesores, pero cuando los atacan los defienden a brazo partido. Van en un colegio de curas, rezan todos los días, pero detestan a Jesucristo y aún no comprenden bien las diferencias sociales. Para ellos los pobres son ignorantes, y los ricos (del tipo traficante de armas) han llegado a sus arcas por medio del esfuerzo propio.


Los chicos que van en mi curso también son solidarios.... una noche a la semana van a hacer tours "a la pobreza", donde con un pan con jamón sienten sus penas aliviadas y llegan contando que fue una experiencia "increíble" mientras a su compañero de cuadernos sin marca lo miran en menos y sonríen con su última chaqueta Nike de imitación, jugando a que viven en Providencia, juntándose en pools a fumarse el tiempo. Mis compañeros están sumidos en una ignorancia voluntaria, no saben leer, menos escribir y no porque no tengan recursos, si no porque el mundo para ellos limita en saber sumar y poder armar con letras sus nombres. Con eso basta, dicen con sus sonrisas carentes de simpatía. Quieren ser ingenieros, porque se gana plata pero aún no saben de qué sirve serlo. Sus centros de alumnos, elegidos por cualquier cosa menos ellos mismos, les prometen fiestas para ir a drogarse a los baños y para poder comprar la felicidad que no tienen por 2 lucas en un galpón oscuro, transpirando alegría que se acaba al saber que el lunes pelearan nuevamente contra sus propias sombras, jugando a ser intelectuales por que leyeron un panfleto anti McDonald's, esperando ser adultos, para que frente a sus televisores vean Morandé con Compañía y lavando sus autos cada fin de semana añoren lo que eran esos tiempos, cuando la vida nunca empieza y el mayor miedo es no tener el justificativo de mamá por llegar tarde al colegio.

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SOLO. ESTÚPIDO. VIRGEN

por Nicolás Copano

Según una encuesta que leí hace poco, el 30.8% de los hombres entre 15 y 19 años tiene sexo una vez por semana. Uno, que pertenece al 69.2% restante, no le da mucha importancia a estos datos. Menos cuando uno no tiene sexo ni una vez al año.


Debe ser que soy demasiado ingenuo. Quizás me creí todo eso de que el sexo debe hacerse con amor, con alguien que te entienda y te limpie las lágrimas. Que te mienta constantemente y te haga feliz. Cosas que le he escuchado a uno que otro adulto que de seguro en su vida hizo totalmente lo contrario. Durante todo este tiempo he visto como mis compañeros han llegado con incipientes sonrisas, repitiendo una y otra vez: "bacán, bacán", con un tono parecido al que tendrías si te estuviera persiguiendo un tren. Conforman un Club de los Desvirgados, al que todo aquel que se considere hombre debe pertenecer para compartir experiencias, posiciones y nuevas ideas. Son momentos en que me quedo atrás y me doy cuenta de que no está mal que así sea: las chicas necesitan algo más que un pelotudo que no dude en contarlo todo con lujo de detalles, describiendo despectivamente y con orgullo el momento, como si se tratara de un DVD que recién se compró.


Yo sigo con mi política de virginidad de trofeo, esquivando cada desafío, cada propuesta de pololeo, cada mirada de cama. Renuncié incluso al intercambio de fluidos salivales. Básicamente porque siento que mi estupidez puede llevarme a pasarlo pésimo en el momento clave. Eso no quiere decir que cuando me arrojan encima la frase: "si a los 15 todos lo hacen", no me sienta pésimo. Me pesa casi como un karma. Me lleva al lado de la excepción, de la fila de espera, de la minoría. Y aflora ese dolor con el que he luchado los últimos dos años de mi vida: la imagen del perno, del tipo solo, del que habla bonito pero que nadie entiende. Del incomprendido. Ese estigma del que me había librado gracias a la onda de integración del diferente, transformando esto de hablar de otro modo y decir otro tipo de cosas en una especie de marca personal.


Confieso que hay veces en que me gustaría saber bailar axé, besar a quien se me cruce, bajar mis pantalones con facilidad, hablar como si estuviera en la cárcel y todas esas cosas. Pero ya no. Ya no puedo cambiar. Porque éste es mi puesto en el mundo. Esta es mi resistencia pop de miradas cínicas, frases rencorosas, soledad sin intención y penas juveniles. Aunque me conserven solo, estúpido y virgen.

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LENTAMENTE
Por Nicolás Copano

Nunca en mis 16 años he bailado un lento. Pero hoy es una nueva noche. Llegó el momento. Estoy solo, con frío, en la esquina de la pista de baile. Nuevamente me atrevo a pedirle bailar un tema de velocidad distinta al resto. Pero más rápido que cualquier mirada, me dice con su sonrisa angelical: "Nico, es que tengo que ir al baño". He vuelto a fracasar. Siempre fue lo mismo. Pasan los años y la excusa siempre se repite. No he bailado con nadie apretado. Y no es porque posea una colección de discos de Camilo Sesto, tenga como serie de culto Star Trek o me parezca a Jorge Hevia. No. Se debe a que siempre voy donde la misma mujer. Tal como Charly Brown siempre intentaba patear la pelota que Lucy colocaba en su camino, una y otra vez, yo le pido, casi como un favor, un abrazo musicalizado con una canción melosa de fondo y que en las películas termina con un beso. El lento del carrete siempre tiene ese american style que nos imponen series como Dawson's Creek. Tenemos que bailar apretados, rodeados de humo, cerrando los ojos y siendo observados por una tropa de voyeuristas deprimidos. Lo peor es que cuando suena de fondo esa cancioncita de cuarta, de ese cantante ambiguo que de seguro pasó por Viña, igual te dan ganas de abrazar a esa chica preciosa que encabeza tu lista de sueños, aunque vaya totalmente contra tus principios, porque sabes que no la podrás conquistar hablándole del último libro que leíste ni de tus planes a futuro. Confesaré a continuación en qué condiciones bailaría feliz un lento: en una terraza, un par de velas, un traje decente y en privado, con "The drugs don't work" de The Verve, o "Handbangs and gladrags", de Stereophonics. Pero no en un gimnasio rodeado de humo, con una manada de pelotudos gritando como si estuvieran en una emisión de Mekano. Bueno, llega el momento de terminar y evidentemente tengo que sacar algún provecho de mi posición de columnista, con un mensaje de utilidad pública: si alguna vez me cruzas en una fiesta, estás media aburrida y quieres aprovechar el background musical, tómame la mano, llévame hacia fuera, miremos la luna y salvemos el mundo. Si la luna se puede ver en Santiago todavía.


Nicolás va en segundo medio. Su última columna trataba de por qué odia carretear.


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ALEGRÍA DE CARTÓN

Por Nicolás Copano

Cuando tienes 15 años es inevitable para que seas aceptado entre tus pares ir a carretes. Tus amigos te obligan: te lo ruegan, te lo imploran. Es todo una gran mentira disfrazada de sudor.


Mi último carrete fue el año pasado. Era el cumpleaños de Slomy. Era igual a todas las otras fiestas que había ido: luces, chicas, copete, música. En esta esquina las minas ricas bailando en grupo; en la otra, los idiotas esperando nada, el baile de los que sobran, que observaban como el resto se divertía. A mi izquierda, el reviente, tipos vomitando y haciendo chistes. Yo, aquí, bailando en una fila pelotuda, donde nadie se miraba, sólo se movían, cantaban, bailaban. Con tristeza en el alma mirando como el resto la pasaba bien, yo me sentía un vendido: solo, inútil y obligado a ser como el resto. Hacía frío, tenía sueño, hambre y ganas de dispararle a todos.


La copia matemática de todas las fiestas anteriores continuaba hacia donde se mirara: las conversaciones, el show de pasillo, las confesiones de invierno de esas chicas llorando con el rimel corrido por tipos que las traicionarían con la mejor amiga, la sangre de los dos que se habían puesto a pelear y habían echado a perder todo, los pesados rapeando y gritando idioteces, una pareja de sincerebros agarrando y todos aplaudiendo. Un típico carrete de villa, de esos que se hacen en una casa igual a la de al lado. En conclusión: un asco. Drogas, sexo y tecnopop, pasado por cumbias malas, una cosa kitsch, folclórica y sin gracia.


Pasaban las horas, todo avanzaba sin moverse y de pronto, cuando vieron que nadie da más, el Lento. Esa estúpida canción romántica que te lleva a patear puertas. Yo sólo quería escuchar She's so cold de los Rolling Stones. Todos abandonaron la pista, mientras sólo se quedaba un par de parejas. De pronto me sentí con pena, hecho bolsa, esperando nada, envidiando a los todos que se divertían, que la pasaban bien, que eran felices y que no se habían dado cuenta que de malas copias de rapper gringo pasarían a ser oficinistas marcatarjeta.


Volví a mi casa, me metí en mi cama y no pude dormir. Me levanté con orgullo, prendí el computador y me saludo Windows. Estaba salvado.


Nicolás está en el colegio. En su última columna publicada en la Zona explicaba con humor por qué sus padres no lo dejaban salir un viernes la noche. No es que le importara demasiado tampoco.


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VIERNES EN LA NOCHE

Por Nicolas Copano

Hola chicos: Sé que se juntan, pero yo no puedo. Hoy me quedo en casa mirando TV por diversas razones, las cuales enumeraré a continuación:


1. Tengo 15 años, vivo en Chile y mis padres vivieron con toque de queda (no es su culpa, pero bueno), por lo tanto ni siquiera me atrevo a pedir permiso.


2. Estoy con depresión, no sé por qué, pero debe ser esa estafa que le llaman sentimientos (un amigo ahora se cree Dios desde que pudo dejar de sentirlos. Personalmente lo emparentó más con el demonio, pero por lo visto vive mas cómodo). Estos me destrozan y me recuerdan lo solo que estoy. Por lo tanto me encierro para confirmar esto último.


3. La caja decodificadora del cable se fue a la mierda: sólo coloca el Canal del Senado Norteamericano. No es broma. Todo por culpa de la llegada del Disney Channel, la rata de alegre sonrisa.


4. No me puedo perder La Gran Sorpresa. Amo cuando hacen bromas y terminan pidiendo disculpas, como si hubieran matado a alguien. Lo amo porque me hace sentir aún menos parte de mi país. En ese instante, automáticamente la cambio al programa de Tinelli (que hoy no puedo ver por el temita de caja decodificadora), ya que por lo menos él tiene claro que el hecho de que los participantes terminen llorando y sufriendo es parte del juego. Es un genio del sadismo contemporáneo, el rey del chiste fácil y la humillación pública. Además, les regala cosas a las víctimas, haciéndome recordar cómo mi abuela me relataba los años en que Don Francisco entregaba cosas casi por arte de magia en Sábados Gigantes. Ahora que esta La Gorda esa, me dan ganas de vomitar.


5. Siempre los lugares cool me han producido rechazo, soy honesto: prefiero los McDonald's y, de paso, me cae bien la globalización. Conocí a mis mejores amigos por MSN, qué más quieren. Para Historia de Chile, hice un trabajo de comparación entre la economía en la época colonial y contemporánea y me di cuenta, tristemente, de que las bases no han cambiado demasiado, lo que me da depresión y ganas de llorar por estos pueblitos de bailes típicos y materias primas. Estas razones y otras me hicieron llegar a la conclusión de que, gracias a la escasez de ideas, este lugar no tiene ningún futuro. Por lo tanto, prefiero visitar el Museo del Prado o bajar mp3 de bandas inglesas a través de la red.


6. Me pusieron banda ancha, pero no puedo salir de cuatro o cinco sitios por voluntad propia. Debo ganarle a mis miedos, no sé cómo. Si alguien sabe, se lo agradecería que me lo dijera.


Gracias x leer esto. Es una pelotudez, pero ¿qué se esperaban de mí?


La última columna de Copano, sobre uno de sus profesores, le valió una persecución en el colegio digna de una película de Oliver Stone.

4 comentarios:

  1. Anónimo8:35 a.m.

    bueno aqui estoy yo otra vez,
    la aburrida que no tiene nada mas que hacer que estar leyendo cuando tengo miles de paginas en la internet, pero aun asi me gusta leer , porque me lleva a otra parte , a otra realidad, a lo que pasa en el mundo mirado por otra persona.
    porque no tienes mas comentarios????
    eso me extraña mucho,
    pero bueno pasando a otro tema en realidad nunca me e preocupado de otras personas , siento que a comparacion de todos yo no soy nadien en este mundo, todos tienen cosas mucho mejores en que preocuparse, pero eso me gusta porque se que de mi no depende nadien y si pudiera ser invisible optaria por esa opcion
    serria la mas gratificante no???
    bueno me despido ojala lo leas....

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  2. Anónimo8:36 a.m.

    bueno aqui estoy yo otra vez,
    la aburrida que no tiene nada mas que hacer que estar leyendo cuando tengo miles de paginas en la internet, pero aun asi me gusta leer , porque me lleva a otra parte , a otra realidad, a lo que pasa en el mundo mirado por otra persona.
    porque no tienes mas comentarios????
    eso me extraña mucho,
    pero bueno pasando a otro tema en realidad nunca me e preocupado de otras personas , siento que a comparacion de todos yo no soy nadien en este mundo, todos tienen cosas mucho mejores en que preocuparse, pero eso me gusta porque se que de mi no depende nadien y si pudiera ser invisible optaria por esa opcion
    serria la mas gratificante no???
    bueno me despido ojala lo leas....

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  3. Anónimo2:18 p.m.

    una lastima que en esa epoca no nos hayamos conocido... nos hubiesemos llevado bien. Y tomando en cuenta que esto es hace muchos años atrás xD No se que hago escribiendo ahora...supongo que sólo me dieron ganas de hacerlo.

    Si te digo la verdad
    yo pensaba que eras mucho más superficial...
    quien iba a decir que el copa escribiera tan bonito y pensara asi. Esto ya parece como la típica de la admiradora secreta xD. No soy una admiradora, y con suerte he visto canal copano... Solo me pareció curioso, y lo quise comentar...
    ni siquiera vas a leer esto...
    en fin u.u saludos

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  4. Anónimo6:51 p.m.

    He pensado y repensado varias veces la idea de tener un blog solo para expresar mi continua e inútil soledad y sacarle provecho al aburrimiento, distraer la mente ya que es más entretenido que mirar el techo y contar las marcas que han dejado los zancudos hoy mate, aúnque ya son tantos que podría usarlos para contar los días de la semana, como lo hacen los presos de la carcel en las películas...si bien esos asquerosos bichos aplastados me serían útiles como pre-historic calendar...Si yo viviera en el paleolítico... Lamentablemente no podrían leer mis articulos,que aún no escribo por cierto... y me cuestino mientras escribo esto si realmente a alguién le interesa leer unas cuantas líneas de algo que "pretende ser decente"..decentemente escrito o por lo menos legible...
    En cuanto a estos antiguos artículos tuyos y mi comentario inexistente que no verás entre tantos artículos por tí creados...y que talvés nadie lea solo quería decir algo o decirle algo a alguién...¿Me pregunto como uno se puede sentir tan sola rodeada de tanta gente...?, como diría yo la soledad es la maldición continua que me atormenta,inevitablemete, irremediablemnte...

    PD: creo ese que hermoso,triste, pero tierno eufemismo para referirte a abrazo, no sirven para encubrir los sentimientos... un abrazo es un abrazo...significa que queremos sentirnos amados..no importa cuantas palabras le pongas o como las pongas siempre significara lo mismo...

    PD2: que bonitos artículos escribias cuando eras chico

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