20070325

UNGABINETESINCALLE
Por Nicolás Copano / El Blog de Adentro


¿Saben cuál fue el momento en que la cuestión se puso seria con el Transantiago? Cuando apareció el “gerente de atención” –al más puro estilo de Josefina Correa– con su chaqueta roja, lentes y cara de cajero de banco en el sistema subterráneo. Se nos fueron al carajo los escolares rubios con la frase “yo comparto mi metro cuadrado” y la mina rica embarazada sonriendo con todos los dientes. Ahora le quieren enseñar a la población desde cero, porque no entiende de partida la lógica de COMPARTIR. De usar en grupo de LOCOMOCIÓN COLECTIVA, porque siempre la usaron como si fuera privada –si no, no se explica tanta queja porque el latón amarillo feo y peligroso “dejaba en su casa”–, y por eso empujan como si fueran monitos. Deberían hacer una campaña de alfabetización nacional urgente. Hay veces en que pienso que hay que partir todo este país de nuevo, resetearlo, como uno hace con las consolas de juego.
Esta semana viajé por lo menos unas nueve veces en Transantiago, y es perceptible el efecto que la dictadura tiene aún sobre la gente. Analicemos lo siguiente: a todos se les ofrece más de una opción a la hora de poder viajar. La opción A es el bus clon –del recorrido de Metro–, y la B es el subterráneo. Con letreros gigantes en las calles, llamados mediáticos de Blas Tomic y animadores de radio desesperados por instruir a la población, la gente siguió llenando las estaciones con locura, logrando que se cerraran. O sea, se quedaron con lo de siempre porque no captan que se puede hacer algo “de más de una forma”. A la gente mayor le cortaron del cerebro la posibilidad de decidir algo distinto, quizá porque tienen miedo involuntario de que sea mal visto. Acto conservador que delata que no entendemos la cultura de la elección. Esto respecto al Metro, claro. Porque las micros del Nava son otra cosa.
Navarrete es igual a Chespirito. Con look nuevo –powered by Grecian 2000– y 200 micros secuestradas, es algo así como el Chapulín Colorado del lado oscuro de la fuerza. El cacho es que las autoridades nunca “cuentan con la astucia” de personajes como éstos, quedándose sin métodos de fiscalización de verdad y atascándose en estupideces. El verdadero problema del gabinete de Bachelet no es su falta de carácter, como encaran los machistas de siempre, que llevan un Pinochito dentro –sí, Adolfito Zaldívar, tú lo tienes en el corazón; analiza tus frases y recuerda que ese personaje oscuro mandaba a matar gente. Por más políticas económicas, piensa en tus valores, los que no se transan en la bolsa–, sino que es el mismo que tiene la televisión chilena: sus funcionarios no conocen la calle. Por eso fallan en sus proyecciones. Por eso se impactan cuando salen a tomar micro en sus matinales. Luis Jara y Marlen daban vergüenza ajena. Los dos, como si fueran corresponsales de CNN en Bagdad, relataban la desesperación que les provocaba no tener aire acondicionado cerca ni espacio para moverse como en el jeep.

Al señor Navarrete no hay que cobrarle más multas, eso no sirve: hay que tener un golpe de efecto más grande. La última vez que esa legión de dirigentes locos del transporte organizaron un lloriqueo, inmovilizando a la ciudad, cinco se fueron presos. Ese golpe de efecto logró un alza notoria en la popularidad de Papi Ricky, en ese entonces bien enfocado en pegar palos a los maestros del terror y no a pobres pobladores que pedían explicaciones, como al término de su Gobierno. Al fin y al cabo, el laguismo, con sus excesos de prepotencia incluidos, tenía más gente que alguna vez en su vida había salido a la calle y no tanto tecnócrata (que no es negativo, conste, sino excesivo. Esto es acerca de la perspectiva de las cosas, no de a quién le toco algo por a, b, c motivo) con beca para viajar a estudiar a otro lado. Sáquense los audífonos del iPod de los oídos y empiecen a mirar a su alrededor más allá del centro de Santiago. Ese es el primer paso. Esa es la única solución, estimados.

2 comentarios:

  1. Anónimo7:41 p.m.

    Felicitaciones por la columna. En verdad, nuestros queridos tecnócratas (palabra muy manoseada últimamente)creen que en Santiago viven los protagonistas de Little People o Poly Poquet y no gente que necesita comprar o ir al hospital. Falta de sentido común ; eso es todo.

    Lo siguiente es un dato freak.Muy freak. Iba en el auto con mi mamá y luego de escucharte dijo "este cabro es adorable". Yo la miré con cara de "qué mierda te pasa, tu no soportas a la gente gritando en la mañana", pero me miró afirmó convencida : "hay que tener muchas energías pa estar diciendo las cosas que él dice a esta hora".

    es lo que hay , dicen por ahí
    saludos
    Francisca

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  2. es todo cierto, yo opino muy similar. falta mucho y todo se hace a medias, y la gente por otro lado no aprende, no hay caso, es la raza, la poblacion chilena es bien wueona.

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