Una
de las cosas tremendamente sorprendentes de crecer en la era de Internet, es la
posibilidad de generar mas recuerdos que ninguna generación en la historia.
Cualquiera de nosotros puede hacer una foto al día o a la hora, cuestión que
para nuestros padres era imposible por el costo de revelado.
Son
otros tiempos: padres de niños de nuestra epoca reunen y acumulan cada gesto de
sus retoños guardándolos en carpetas digitales que se pierden o en discos duros
que no existen físicamente a los cuales llamamos “nube” para sentir que es mas
natural. Ya no se imprime tanta foto, pero estas secuencias pasan de pantalla a
pantalla como liquido vertido. La memoria es flash. Ya no es un proceso. La
automatización de los recuerdos, como una orgia de pasados presentes se vive
dia a dia.
La
gente cambia y por tanto envejece. Es una realidad de la que nadie puede
escapar: aunque busques en la esquina del botox siempre habrá algo cayendose
dentro de ti. Hay personas que piensan que, en esta era donde cada palabra se
archiva y cada comportamiento queda registrado, eso es equivalente a
traicionarse. Mutar vendría a ser el
peor pecado en la dictadura de la transparencia.
Hace
unos días abrí mi archivo en Twitter. Esta disponible ahora para cualquiera: me
alegró verme mas inexperto y pude comprender porque para algunos fui
insoportable. Obviamente ver frente al espejo lo que decías, pensabas o
actuabas provoca verguenza. Uno es asesino de si mismo. Si por lo menos quiere
mejorar y corregirse, debe pasar por procesos y odiarse un poco.
Pero
hay algo aun mas extraño en toda esta sobrevaloración de la consecuencia ya que
Hitler era un tipo sumamente consecuente y siempre será una basura racista.
Para algunos parece que es bueno creer y pensar siempre lo mismo: yo no estoy
de acuerdo.
Lo
mas raro es la sensación de que podemos crear falsas identidades (vease Catfish
en MTV) pero tambien se puede modificar tu identidad virtual a partir de ti
mismo. De las imagenes de lo que fuiste. De tu vieja cara, de tu antiguo corte
de pelo. Miles de personas abusan del avatar Frankestein: una creación hecha de
piezas de lo que tu cuerpo fue como persona y no de lo que eres hoy como ser
humano. Finalmente diseñar un fantasma para chatear.
Yo
me enamoré cuando era adolescente de muchas mujeres que ya no existen. Cuando
las encuentro ya no son sus mismas caras, ni sus voces las que me gustan. Me
gustaban antes. Me gustaban las que ya no son. Y es que yo ya no soy el mismo y
en Internet siempre vuelvo a tener sobrepeso. Lo mas loco de todo es que cuando
me veo ahí no recuerdo sentirme asi de enorme. Es como un “glitch” verse una y
otra vez.
Pero me llama la atención cuando me topo con
ellas en la red, y recordamos y a veces tienen las mismas caras que hace 10
años en sus avatares. Parecen sostenidas en el tiempo en su Facebook. Al fin y
al cabo, han salido con otros, han sido sido traicionadas, han probado otras
drogas y ahí, en la red social, el tiempo no pasa. Son lo mejor que han sido y
lo que probablemente mejor sean. Son monstruos perfectos, hermosos, decadentes,
imperturbables esperando la próxima aventura, el próximo bloque de bytes para
subir al archivo de su vida: a su timeline.
Chatear
con fantasmas es un camino de ida. Puedes pasar una noche buscando a tus ex
compañeros en Facebook y vivir un documental de tu propia existencia. El otro
día vi a uno que estaba en Europa y lo imagine asaltando a personas de todo el
mundo: uní mi recuerdo de que era miserable humanamente, con su foto de niño
hinchado por el alcohol ,con la polera de la U, cuando antes fue de Colo-Colo,
afeando la Torre Eifel.
Todas
esas bestias nos estan esperando. Si eres mas adulto, veras a los que tuvieron
pelo, perderlo y envejecer. Las compañeras mas atractivas, vueltas señoras
respetables y otras no tanto. Pero ante todo esta el choque del actor de lo que
fui. Esperando siempre en la próxima pantalla ser aceptado como amigo.
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