Hay
algo peor que ser viejo: ser joven para siempre. Es una practica muy extendida
por el mundo, y en esta epoca mas aun: en Europa los treintones no dejan de
vivir con sus padres, mezcla de incertidumbre por el futuro, bajos sueldos,
crisis economicas y la extendida practica de postular a becas y posgrados.
El
ensayo de Meredith Haaf titulado “Dejad de Lloriquear” (Alpha Decay, 2012)
muestra el lado no simpatico y mas bien decadente de todo esto: principalmente
el miedo a todo. En uno de sus puntos mas notables plantea que la mania por
continuar los estudios universitarios tiene que ver “con el mejoramiento de uno
mismo, y no del colectivo”. Fuerte. Vivimos como generación los nacidos entre
el 85 y el 95 la mejor juventud de la historia, pero por lo mismo la senectud
mas insegura de todos los tiempos: calentamiento global, conflictos del modelo
economico y ante todo la sensación de no ser relevantes en un mundo con mucha
gente haciendo ruido por redes sociales.
Una
de las mejores miradas del libro es sobre el boton Like y la no existencia del
“No me gusta”: estamos mentalmente llamados a “construir” y por tanto ninguna
critica es bien vista por la masa. O por la gente que milita en ella, que no es
toda por supuesto.
La
que no milita en ella, y tiene formación y cerebro, culpa de su individualismo
desatado, que no es culpa de ellos, si no de su casa prefiere validar la
estupidez para no pasar el mal rato y para simpatizar. Antes se hacía
resistencia. Antes parece que había moral. Antes los buenos y los malos no eran
reemplazados por un “que importa”. Ahora se transa solamente. Parece ser que si
nos grabaran y vieran nuestros discursos de un año a otro cambian mucho. Y
aunque seamos liquidos, eso tiene un solo drama: existe la posibilidad de
evaporarse humanamente y no influir en nada de verdad.
¿Por
que paso eso? Según Haaf es el efecto de mucho padre separado. Mucho miedo al
conflicto por ver uno incierto y terminal en frente. Por eso el truco de
muchos, sin darse cuenta es la victimización: se dicen cosas que hieren o
molestan y cuando se increpan recurren al truco de “ser el mas debil” cuando no
lo son necesariamente.
Nuestros
muchachos y muchachas se sienten cansados todo el día de descansar y saltan de
trabajo en trabajo buscando nuevos sueldos hasta que el boom minero
latinoamericano nos explote en la cara y de pronto o nos dejen vacios sin
recursos naturales o peor aun: nos quedemos sin dinero y tampoco sin desarrollo
de ideas por esta cultura monotona. En todos lados el panico a tener hijos con
eso perder toda libertad es evidente. Los valientes que se atreven saben a lo
que me refiero: son visto como una cosa extraña y hasta por algunos,
rechazable. Pero los que lo rechazan viven con el susto de ser mas pobres que
sus papas, entrampados en las logicas de endeudamiento que lo unico que te
obligan es a obedecer para que no venga nadie a quitarte lo tuyo que te ganaste
con tanto esfuerzo, pero tampoco es justo. Estan por todos lados: son el cajero
que estudio de ingeniero, el periodista que tiene que escribir para obreros de
5 años mentales en sus titulares, el arquitecto que pitutea haciendo trabajos
para mantenerse en pie, luego de su tercera practica sin pago. Y es entendible
que esten molestos y dolidos, que sientan que fueron estafados.
La
vida no es solo trabajar ni resultados sobre el exito. Es mucho mas. La vida es
algo que uno debería intentar controlar todos los días y aprender que no valen
tanto los reflectores, si no mas bien las ideas y el trabajo con el tiempo. Y
el atrevimiento tambien. El dejar de pensar que nos tienen regalar las cosas y
tambien dejar de creer que nos merecemos de la nada un mundo promesa de
nuestros papas. Como plantea “Dejad de lloriquear” como arenga, salir de
nuestro pequeño nido de miedos a intentar conquistar el mundo. Y tratar tambien
de buscar cierta cosa parecida a la esperanza.
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