20130304

El drama de ser adolescentes eternos


Hay algo peor que ser viejo: ser joven para siempre. Es una practica muy extendida por el mundo, y en esta epoca mas aun: en Europa los treintones no dejan de vivir con sus padres, mezcla de incertidumbre por el futuro, bajos sueldos, crisis economicas y la extendida practica de postular a becas y posgrados.
El ensayo de Meredith Haaf titulado “Dejad de Lloriquear” (Alpha Decay, 2012) muestra el lado no simpatico y mas bien decadente de todo esto: principalmente el miedo a todo. En uno de sus puntos mas notables plantea que la mania por continuar los estudios universitarios tiene que ver “con el mejoramiento de uno mismo, y no del colectivo”. Fuerte. Vivimos como generación los nacidos entre el 85 y el 95 la mejor juventud de la historia, pero por lo mismo la senectud mas insegura de todos los tiempos: calentamiento global, conflictos del modelo economico y ante todo la sensación de no ser relevantes en un mundo con mucha gente haciendo ruido por redes sociales.
Una de las mejores miradas del libro es sobre el boton Like y la no existencia del “No me gusta”: estamos mentalmente llamados a “construir” y por tanto ninguna critica es bien vista por la masa. O por la gente que milita en ella, que no es toda por supuesto.
La que no milita en ella, y tiene formación y cerebro, culpa de su individualismo desatado, que no es culpa de ellos, si no de su casa prefiere validar la estupidez para no pasar el mal rato y para simpatizar. Antes se hacía resistencia. Antes parece que había moral. Antes los buenos y los malos no eran reemplazados por un “que importa”. Ahora se transa solamente. Parece ser que si nos grabaran y vieran nuestros discursos de un año a otro cambian mucho. Y aunque seamos liquidos, eso tiene un solo drama: existe la posibilidad de evaporarse humanamente y no influir en nada de verdad.
¿Por que paso eso? Según Haaf es el efecto de mucho padre separado. Mucho miedo al conflicto por ver uno incierto y terminal en frente. Por eso el truco de muchos, sin darse cuenta es la victimización: se dicen cosas que hieren o molestan y cuando se increpan recurren al truco de “ser el mas debil” cuando no lo son necesariamente.
Nuestros muchachos y muchachas se sienten cansados todo el día de descansar y saltan de trabajo en trabajo buscando nuevos sueldos hasta que el boom minero latinoamericano nos explote en la cara y de pronto o nos dejen vacios sin recursos naturales o peor aun: nos quedemos sin dinero y tampoco sin desarrollo de ideas por esta cultura monotona. En todos lados el panico a tener hijos con eso perder toda libertad es evidente. Los valientes que se atreven saben a lo que me refiero: son visto como una cosa extraña y hasta por algunos, rechazable. Pero los que lo rechazan viven con el susto de ser mas pobres que sus papas, entrampados en las logicas de endeudamiento que lo unico que te obligan es a obedecer para que no venga nadie a quitarte lo tuyo que te ganaste con tanto esfuerzo, pero tampoco es justo. Estan por todos lados: son el cajero que estudio de ingeniero, el periodista que tiene que escribir para obreros de 5 años mentales en sus titulares, el arquitecto que pitutea haciendo trabajos para mantenerse en pie, luego de su tercera practica sin pago. Y es entendible que esten molestos y dolidos, que sientan que fueron estafados.
La vida no es solo trabajar ni resultados sobre el exito. Es mucho mas. La vida es algo que uno debería intentar controlar todos los días y aprender que no valen tanto los reflectores, si no mas bien las ideas y el trabajo con el tiempo. Y el atrevimiento tambien. El dejar de pensar que nos tienen regalar las cosas y tambien dejar de creer que nos merecemos de la nada un mundo promesa de nuestros papas. Como plantea “Dejad de lloriquear” como arenga, salir de nuestro pequeño nido de miedos a intentar conquistar el mundo. Y tratar tambien de buscar cierta cosa parecida a la esperanza.

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