20040829

ATRAPADO EN LA CASA DE LA RISA

No estoy en una nave espacial.
Cinco personas me rodearon para hablar de mí como si no estuviera. Cuestionaron mis ideas, mi locura, mi revolución interna. Destrozaron mi inocencia. Juzgaron lo que les conté. No me importaría tanto si no fuera por que es gente a la que estimo. Son mis amigos. Es mi profesora. Al final, son los parientes que el destino me impuso. Paso mas horas con ellos en el colegio, que con mi propia familia.
Sucede que para sus mentes no soy el de antes. Que soy un personaje. Que no soy yo mismo. Que debería tener mas tiempo para mí y que rallaré mas temprano que tarde en la demencia si no me detengo. Que soy un dibujo animado paranoico y que pienso que todos (si, que todos, y no me había dado cuenta, ni siquiera lo había pensado) me quieren hacer daño. Que el Copano termino tragando al Nicolás. Que preocupo a mucha gente. Que soy un extremista. Que hago daño. Que me quieren mucho.
Un amigo esta en el siquiátrico por sentirse un ser divino. Se enamoró de una chica tan parecida a la que a mi me gusta que se pueden llegar a confundir. Tal vez uno de estos días nos topemos en el mismo pasillo: coinciden los gustos, las misiones, las visiones, los conceptos. Al final, estamos atrapados en la misma casa de la risa. No nos pudieron ni nos van a comprender.
Al pensamiento hay que colocarle ciertos limites. No podemos descubrir la gran conspiración que nos rodea de un solo golpe. Recuerdo haberme sentido estafado al saber que existían los números negativos en una clase de matemática de un grado ya lejano y púber. En ese instante sentí que me habían mentido toda mi vida y estuve a punto de renunciar al conocimiento y al existir: hoy lo agradezco. Si me hubieran contado a los 6 años que hay gente tan mala y tonta que es capaz de arruinarle el día juzgando a los demás como en un tribunal televisado de un país caribeño me hubiera suicidado en ese mismo instante.
Mi amigo Santiago esta en una clínica siquiátrica y yo lo encontraba el tipo mas cuerdo de la escuela. Salio el año pasado y recién tuvimos noticias de el cuando se cambio a la facultad de los genios, de los locos, en la Universidad de la vida. Ese grupo de gente que es condecorado por si mismo en una gran fiesta universal donde son el único invitado. El problema es que Santiago no puede celebrar y catar los vinos ofrecidos en la celebración: el chaleco de fuerza se lo impide y ha perdido la memoria en la mirada fija al techo del salón. Esperando en silencio embriagarse con la visión de los vasos servidos, que lo llevarán al colapso despertando en casa sano y salvo.
Así la vida se va pasando entre el Juicio, los temores, los valiums, las generaciones perdidas, los sicólogos y el martirio. Nadie entiende muy bien por que estamos aquí, ni nadie le puede dar respuesta a mi sospecha que todo esto es una mala broma de un Dios que disfruta de nuestro paso por la casa de la risa, transformándose en el único que rie del chiste de tener a un buen hijo de familia controlado por médicos y en el de un adolescente con ego torturado por sus pares en un salón de clases.

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