Nicolás Copano 24/7

ELLAMENTO

Por Nicolás Copano, La Nación Domingo, 16 de Septiembre de 2007

Los Zombies que atacaron la ciudad el último once (muchachos con su cabeza quemada por las drogas, que fueron a jugar con armas laser contra carabineros y provocando el descontrol por los barrios) me dejaron con la sensacion de que no hay nada que celebrar estas fiestas patrias. De que hay que arrancar del sinsentido sin destino, consecuencia y culpa de una generacion que disfrutó del boom economico de los noventa y no preocuparse, teniendo la oportunidad en el bolsillo, de formar a los que no tenian y ven como opcion operar para narcos y ladrones. Muchachos: Hemos creado a nuestros propios enemigos. Pero esos sincerebro no tienen nada que envidiarle al chileno medio que se droga el alma bebiendo en exceso. Suicidandose en cada esquina. Activando dentro suyo el instinto asesino.

Cuando era chico e iba en un colegio de curas, para mi era un infierno bailar cueca. Como era de hombres, nos vestian a todos de patron de fundo y nos ponian a bailar en fila como los Village People. Faltaba el policia y el indio. Me cargaba la celebracion del patronazgo del fundo, tan propia de la “semana de la chilenidad” (Chile Facho´s Week), por que nos recuerda lo inquilinos que somos. Choreados, pelando por la espalda, incapaces de reaccionar, masticando rabia entre las playas privadas y las fiestas en que no podemos entrar por usar zapatillas feas. Esa sensacion de que si no eres el que lleva la jineta heredada, eres un “si patroncito” con tu sombrero de paja. Un curadito cualquiera que recorre los campos. Un agradecido de que te den tres maderos para poder instalar tu casita y ver entre el pasto y el barro a tus hijos, y a los hijos de tus hijos, sucios y con frio, jugando con palitos. Mas cerca de “perfeccion” (ese maravilloso cover de un grupo brasileño, de ataque 77) que del himno nacional. Es que nuestra bandera es un logo: la sangre entregada por nuestros esfuerzos delirantes y sorpresivos contra la adversidad (en el deporte, en la politica, en nuestras pegas) el azul del cielo asfixiante y esa estrella que perfectamente podria estar encajada en la bandera de la Union Europea o los Estados Unidos. Como exiliada del desarrollo.

Yo aprendi a querer la cultura chilena lejos de la escuela, donde solo me enseñaron la torpeza de nuestros heroes, ese amor por la guerra que todavia no me cabe y nuestras derrotas que nos venden como triunfos. Mis profes de basica nunca lograron captar que Pablo Neruda y Violeta Parra eran más proceres que varios personajes gloriados hasta la saciedad. Cuando llegue a la radio (la que historicamente le ha dado aguante al Rock Chileno, la Rock & Pop) capte la quintaescencia que me habia perdido. Visitar la Yein Fonda y comprender su rescate emocional me abrio la cabeza y sacarme la idea de que eran puros himnos fachos los que teñian nuestra alma patria: “el patito chiquito” me provoca violentas ganas de patear puertas hasta hoy. Recuerdo que mi padre gustaba de escuchar sarcasticamente a Pedro Messone camino al sur, donde nos llevaba a ver a mis primos. Esos cassetes de cromo con esos personajes propios de la cultura en dictadura los mezclaba con Los Prisioneros, Sol y Lluvia y Victor Jara. Comprendi al crecer que lo nuestro, ideologicamente, parecia mas un lamento. “Por que no se van”, “Volver a los diecisiete”, “Te recuerdo Amanda” son nuestra de dia nublado. Lo de los quincheros era la celebracion de tener el control. De la evasion. Pura maldad.